jueves, 22 de septiembre de 2016

Código Swinger


Una fantasía que muchas parejas deciden llevar a cabo, aunque una sociedad completa este sorprendida, o no le parezca ético realizar es el swingerismo, el intercambio entre miembros de las parejas. ¿Sabías que en Buenos Aires hay clubes especialmente pensados para satisfacer esta fantasía tan común? En Mundo Alterno te contamos todo.


No todo es lo que parece, si hablamos de un club swinger, la gente suele imaginarse un descontrol, gente en paños menores, lleno de personas que quieren sacarse el estrés luego de una jornada larga de trabajo, una especie de todos contra todos. Pero no, la mayoría de estos clubes tienen sus reglas

El intercambio de parejas es un tema tabú, basta que en una conversación de compañeros de trabajo, alguno se asuma Swinger para que el silencio se apodere del ambiente, una sensación común ya que se contrapone a las ideas de amor y pareja que socialmente se inculcan en la formación del ser.

"No se trata de una cuestión de amor ni de sentimientos, sino de experimentar placer sexual.” explica Ximena quien es swinger desde hace algunos años. Además agrega que lejos de lo que se espera, en el movimiento swinger hay reglas. Cada pareja es un mundo y tiene sus propios códigos y dentro de ellos se maneja a la hora de compartir al compañero.

Por ejemplo, hay un código con respecto al contacto, el mismo es por roce, en lugares como el brazo, pelo o espalda. Si la caricia es devuelta con un “Sí” la otra parte está dispuesta a “jugar” y si retira la mano o dice que “No” la decisión debe ser respetada. Todos los encuentros deben ser pactados por todas las partes.

No solo en las parejas hay reglas, en los espacios donde se realizan los encuentros de este tipo también los hay. Por ejemplo, una regla muy importante es que no está permitido entrar al club con aparatos digitales, ya sean cámaras o celulares para conservar la discreción de los participantes. Otras reglas son que no es obligatorio participar, también se puede ir al club por un trago o solamente hacer contactos. Las mujeres deben ir con ropa cómoda, que haga sentirla sexy, seductora y en los hombres la vestimenta debe ser elegante, o elegante sport (No zapatillas)

ACEPTACIÓN



Ximena cuenta que siempre lo pensó como una fantasía y nunca lo había concretado por miedo. Cuando era adolescente les gustaban los chicos, pero también comenzó a sentirse atraída por las chicas, le llamaban la atención mas de lo normal : “entre mujeres te fijas como se viste la otra, como le queda la ropa, pero yo miraba a otro nivel. Me imaginaba que en un futuro podía experimentar con los tríos, pero me daba miedo confirmar que realmente me gustaban las personas del mismo sexo, no por como podía llegar a tomárselo mi pareja al proponerlo, sino afrontarlo conmigo, con mi familia y mi entorno, entonces me conforme. A los 20 años en una charla con mi mama me dijo: dentro de las cuatro paredes vale todo. Sentí un alivio al escuchar eso y me di cuenta que el que me gusten las mujeres y los hombres, no era tan grave.”

LIBERTAD




"La sexualidad hay que vivirla al máximo" comenta Priscila Díaz, frente a la mirada atenta de una moza que trae su café. No importa si alguien escucha, o si algún conocido cruza por la puerta de ese bar en la esquina de Maipú y Av Corrientes, la entrevistada se muestra desenvuelta y sin prejuicios. "El sexo es diversión, pero ser swinger es ir un paso más allá; Entender que el sexo también puede ser una actividad social".

Priscila tiene 29 años de edad y 10 en el mundo del swingerismo. A los 15 años decidió que debía estudiar psicología y sexología para comprender el comportamiento del ser humano en las relaciones sexuales, pero nunca creyó que su curiosidad por las diferentes manifestaciones físicas y sentimentales la llevarían al universo del amor libre.

Con un dejo de tristeza en su voz, se declara soltera. "Es difícil que alguien comprenda mi estilo de vida", dice mientras arruga una servilleta de papel. "Parece que la mirada swinger de una monogamia únicamente sentimental, pero no física, no es aceptada por todos. A veces las imposiciones sociales son más fuertes que cualquier otra cosa".

CONFIANZA


Priscila se relaja y luego de dos horas de conversación, quiere que retiren su café (intacto), pide un daikiri de frutillas con mucho hielo y comienza a contar anécdotas de aquellos boliches de la capital federal. Desde enanos, disfraces y ropa interior, hasta creer encontrar al amor de su vida en medio de un encuentro de cuatro. Dos mujeres parecían escuchar unas mesas más atrás, pero no le importa.

"En 'Anchorena', que es el lugar más conocido, podes ir a bailar y tomar tragos, no es necesario entrar y buscar sexo. El bar esta dividido en dos pisos, pero todos saben que los que suben por la escalera, van a terminar juntos en la oscuridad".

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